martes, 1 de diciembre de 2009

viernes, 20 de noviembre de 2009


Félix De Azúa

Diccionario de las Artes

Recensión por Carlos Santos Barea

Breve opinión personal: Antes de empezar el resumen del libro capítulo a capítulo, me gustaría comentar un poco lo que me ha parecido el libro.

Félix de Azúa para mi gusto ha sido capaz de ordenar casi todos los conceptos que utilizamos para hablar de nuestra ardua disciplina, de una manera sintética, y racional. Lo cual tiene mucho mérito ya que son difíciles de encasillar y mucho más de analizar y describir.

Su sentido del humor hace una lectura muy agradable, y dentro de lo que cabe, intenta no ser muy reiterativo, aunque es una sola idea la que se trata en este libro, la idea de arte.

No obstante, a pesar de lo claro y simple que intenta ser, este es un libro que recomiendo para iniciados en la materia, ya que constantemente trabaja nombrando a escritores, artistas, etc. (Pero la verdad es que ninguna de las referencias son rebuscadas, sino necesarias y además fáciles de encontrar.)

También debo de alabar lo arriesgado de este libro, ya que arremete contra todo tipo de instituciones, desde los medios de comunicación hasta incluso el propio estado.

Hoy en día es difícil encontrar intelectuales que se mojen tanto, ya que la mayoría de la crítica “social” que encontramos suele ser poco meditada o directamente basura demagógica de rebeldes acomodados.

Este libro plantea en definitiva los problemas y las soluciones del arte en general.

Aviso al Lector: En la introducción del libro, Félix de Azúa nos habla de que este diccionario es un encargo que le hace Rafael Borrás, También nos cuenta que en 1995 un diccionario sobre el arte del siglo XXI, era el equivalente a un diccionario del futuro, pero que el futuro ya no existía, o por lo menos con la misma idea platónica que se tenía anteriormente sobre El, como el siguiente espacio temporal en el que la sociedad mediante el progreso alcanzaría la perfección.

El poder en el futuro se ha visto en manos de los entes financieros y la empresa católica, por lo tanto para Félix de Azúa el diccionario supone más que un diccionario del futuro, un diccionario del acabamiento del presente.

También habla de cómo el presente se evapora por el gran fantasma del pasado, la Historia. Según el autor nada deja abierto a incertidumbre, porque todo el conocimiento esta controlado desde el pasado, y por lo tanto no crece. Explica que es el equivalente a decirle a un niño recién nacido como va a ser su vida, que enfermedades le van a entrar, de que va a trabajar, etc. Por lo que el niño se limitará a administrar un plan de desarrollo.

El autor cree que la actual sociedad, no sólo en arte sino en general, está estelirizada, controlada y aterrada, y un claro ejemplo según el es uso del preservativo una repugnante piel de plástico para el pene.

Para elegir los temas que entrarían en el libro, escogió un “método”; durante dos años iba a tomar nota de las cuestiones relacionadas con la práctica del arte que aparecían en las revistas y en los periódicos, al azar de lo cotidiano y del espectáculo mediático.

Durante dos años estuvo leyendo algunos diarios de masas, como por ejemplo, el país, le monde, o libération. También utilizó como inspiración revistas que no estaban especializadas; The new york review of books, TLS, etc.

Al autor le encantaban los artículos que hablaban sobre el oscuro proceso de la creación artística, y del acabamiento de las artes y del acabamiento de las artes en general.

No debemos considerar este libro un instrumento de consulta, sino más bien un ensayo sobre la transformación cualitativa que está teniendo lugar en el ámbito de las artes.

Según el autor el acabamiento no es algo sólido y manejable como plantean algunos ensayos americanos, italianos o franceses, según El es un principio de descomposición.

Este diccionario, puede leerse de un tirón, porque está compuesto como una canción ordenada, aunque cree que el público también puede descomponer y volver a componer a gusto.

El autor tiende a escepticismo cuando habla sobre un tema favorito, según el autor, ni la muerte parece capaz de acabar con el arte. El tiempo dice que le ha enseñado a no admitir antes de hora la decepción. Aunque el diccionario parezca que juzga a las artes extintas, no sería totalmente exacto decir que estas han muerto.

También habla de la energía colosal que por ejemplo gasta la iglesia en mantener vivos a sus dioses, al igual que muchas instituciones hacen con algunos aspectos del arte. Dice el autor que quizá las religiones y las artes nunca han sido otra cosa que nostalgia y enfermedad.

También habla de cómo se suelen malinterpretar los escritos sobre la desaparición sobre las prácticas ancestrales como pueden ser las artísticas. Parece que se toma en algunos casos la muerte de las artes en occidente, como la misma muerte de occidente.

No es la decadencia lo que acaba con las artes, sino la pujanza del occidente cristiano, y Japón. Según el autor después de cada crisis de crecimiento, el mundo tecnológico sale reforzado.

Es inútil protestar, patalear, o llorar, lo cierto es que ya sólo la administración pública se ocupa del arte y de la religión. Cuando no hay celebraciones administrativas, el vacío de los espacios culturales se disimula con el turismo.

Abstracto: Empieza la entrada con la anécdota de Kandinsky entrando en su taller de Múnich, a última hora de trabajo, supuestamente en la esquina del taller un resto de luz iluminaba vagamente el recinto, en la esquina mas alejada de la puerta halló una pintura de escalofriante belleza. Avanzo con cautela tratando de recordar cuando había pintado aquella obra maestra, y qué había representado en ella, pero a sus ojos sólo llegaba una confusa tempestad cromática desprovista del menor significado. El mismo lo contó en sus memorias.

A la mañana siguiente intentó recuperar el estremecimiento del día anterior, pero sus esfuerzos fueron inútiles. Ahora reconocía los objetos pintados sobre la tela, las cosas, los personajes, y su presencia le turbaba.

Kandinsky acababa de reconocer la esencia del arte abstracto, a saber, que a la pintura le incomodan los objetos reconocibles.

Tras la desconcertante experiencia del cuadro mal apoyado, en 1910 y a sus cuarenta y cuatro años de edad, pintó Kandinsky su primera obra abstracta. “Que sean los colores mismos y sus caprichosas formaciones, lo que se manifieste en la pintura; que el alma de los colores se revele, que se desoculten las luces teñidas que yacen tras las cosas disfrazándose de objetos”.

Kandinsky pretendía liberar el espíritu cromático en los entes del mundo y que los colores se agitasen fuera de cualquier sustento.

Más tarde en 1915, nació en Rusia otro pintor, que poco tenía que ver con Kandinsky en principio: “Hemos asistido al fusilamiento de la naturaleza. La naturaleza ha muerto petrificada por los ojos de una Gorgona masculina. Hemos visto pinceles de los que aún gotea la sangre del sol”. Así se manifestaban los visitantes mientras salían del salón. Sobre el muro colgaba la terrible pintura: Un cuadro negro sobre un fondo blanco. Sólo eso.

Compasivo Malevich despedía a los visitantes, según iban saliendo, como quien despide un duelo con un apretón de manos y unas palabras de consuelo para los más abatidos.

También tenía unas palabras de aliento para los más abatidos; “tenga usted en cuenta que éste es el primer caso de sensibilidad objetiva”. “el cuadro negro es la sensibilidad, el cuadro blanco es la nada”. Los ciudadanos educados de Petrogrado una vez que llegaban a la calle decían; “ya no veremos más las orillas de un lago en agosto, ni los cuerpos de bronce reluciendo a medio día”.

Malevich consideraba un atraso que la pintura tuviera una pretensión de reflejar el mundo y las cosas.

¿A quién se le ocurría imitar un paisaje con vacas?

Durante muchísimos años Malevich se dedicó a la enseñanza, y a borrar la imagen de Dios de la nueva Rusia Bolchevique pero en los últimos quince años de su vida, sufrió un ataque estético y pintó un centenar de telas.

Mondrián: Hijo de padres rigurosamente calvinistas, la presencia del espíritu en el mundo le era de una familiaridad notoria. En el mundo había muchos espíritus y también un gran espíritu, pero las gentes comunes no eran capaces de establecer relaciones con el espíritu, así que los iniciados tenían que corregir los errores mundanos.

Los pintores daban pinceladas y brochazos, dejado de ese modo huellas personales en la tela, mal hecho. Hay que elevarse hasta encontrar una pintura totalmente plana, decía Mondrián, sin rasgos ni huellas, como si hubiera sido pintada por una máquina. Lo mismo podía decirse de las formas. Todas las formas acaban por remitirte al algo, incluso las mas geométricas o abstractas,: una bicicleta, un tejado, etc. Cuanta como decía de joven que le gustaban los molinos de viento, pero que horrorizado un día se dio cuenta que lo que le gustaba de las formas del molino eran sus aspas en forma de cruz.

Colores: para Mondrián, demasiados colores que distraen y molestan, guiños sensuales. Sólo debemos tolerar la gama pura (rojo, azul, amarillo) y la ausencia de color, (blanco y negro), pero según Félix, esto sería conducir los colores hacia la inexpresividad y a la atonía.

Arte: Aunque el asno es singular de los asnos, el arte no es singular de las artes. Tan diferentes entre si como el tiempo y los relojes.

El arte es un concepto filosófico que se insinúa en el renacimiento italiano, crece y se hace adulto durante la revolución francesa y el imperio napoleónico, y absorbe todo cuanto quedaba de las artes en el periodo romántico y positivista. La unión, o mejor dicho, la fusión de las artes en un arte único y superior se encuentra en el origen mismo de lo que llamamos vanguardias.

Uno de los primeros en plantearlo fue Wagner para quien la obra de arte total era un resultado de la fusión de todas las artes.

Que las artes sean, en realidad, un solo arte, el cual, a su vez no es sino una copia de la idea, es una tensión filosófica desde platón.

Las artes eran oficios practicados por artesanos como los escultores en piedra o en madera, los pintores, los ceramistas, los músicos de todo pelaje, y un largo etc.

El arte es el concepto nivelador de todas las manifestaciones artísticas, concebidas como una unidad simple y provista de una historia en desarrollo. Se puede presentar como arte por secciones geográficas, o a veces por marcos temporales.

De haber sólo un arte, los artistas actúan creyendo disponer de máxima libertad, pero obedecen sin saberlo a un designio teológico que les determina desde el plan divino.

Si creemos que el arte es una especie de Dios, Sólo El es libre y dirige su destino, los artistas son esclavos felices que creen actuar por cuenta propia y los humanos se regocijan en esa esclavitud coloreada.

Liberados del arte habrá quien pinte mejor que nadie, del mismo modo que hay camareros capaces de servir con mayor gracia y eficacia que otros.

Artesanía: Es el nombre antiguo del arte, o , si se prefiere, es el nombre de unas artes ya desaparecidas, las artes manuales, de las que vivían agrupados por gremios, los artistas de la orfebrería, de la escultura en cera, de la sastrería y de otras cien utilidades.

En tiempos anteriores, los aprendices vivían con sus maestros, que es el único modo de aprender un arte, cuando consiste en habilidades y manualidades.

Si el arte ahora consiste en la proyección espiritual de un genio, es normal que ahora se trabaje sólo. Además no hay aprendizaje posible.

En la época gótica, los ilustradores de manuscritos, tenían ciertas obligaciones con sus maestros; cocinar, hacer las camas, asear la casa, sacar agua del pozo, etc. En contrapartida, el maestro enseñaba al aprendiz como hay que iluminar los libros, Le pagaba ropa, etc. Si el discípulo divulgaba los trucos del maestro, podía ir a la cárcel.

Hoy en día si un aprendiz visita el estudio de un pintor por ejemplo, no puede aprender “trucos”, sólo “grandes ideas”.

En el negocio de los antiguos artesanos, el dinero se ganaba porque sabían hacer algo con mayor habilidad y gracia que los demás.

En cambio en el arte moderno, el artista gana dinero porque es espiritualmente o intelectualmente importante.

Antiguamente el derecho a la propiedad era el derecho al secreto de taller, sin embargo ahora el derecho moderno atañe a la propiedad intelectual. La propiedad privada de las ideas o ocurrencias.

Es razonablemente fácil distinguir un Tiziano bueno de uno mediocre, y así sucede con toda la puntura hasta Cezanne y Manet, pero es sumamente difícil distinguir un buen miró de otro menos bueno.

Cuanto más avanzada es la modernidad, mayor es la dificultad para aplicar criterio de valor.

¿Qué es más importante, tener muy buenas ideas, o ser más hábil que los demás?

Artista: Acerca del artista reina un general desconcierto, pero su existencia es indudable, pues a ellos atribuimos la aparición de obras de arte, sea cierto o falso que intervengan en su aparición.

Los artistas son gente en verdad existente porque con su nombre nos orientamos en la espesura de las obras.

Según el romanticismo, el artista es alguien autónomo, independiente, libre y genial. Este error, frecuente y dañino, conduce al desastre a miles de jóvenes bien intencionados que creen poder ser tanto más artistas cuanto más autónomos, independientes, etc. Sean.

El capítulo habla de los oteadores, que eran unas personas, que miraban por una mirilla en los vagones llenos de judíos, en la Alemania nazi, para decir donde se encontraban o describir el paisaje, y de cómo todos los demás escuchaban aunque todos sabían que iban a morir. No obstante algunos oteadores decían que era mejor pensar en un solo mundo posible en el que todos estaban condenados.

Lo curioso es que si uno de los que miraban era demasiado científico o analítico en su planteamiento, se sustituía rápidamente, porque no les gustaba escuchar eso a los demás reclusos.

Los que más gustaban eran los más distraídos: “una nube, un perro, etc.”

Ningún vigía consideró su tarea como una opción personal y libre movida por su genialidad, sino que era el futuro de un pacto colectivo.

A pesar de que las condiciones entre los condenados y los oteadores llegaron a ser muy densas e incluso en algún vagón casi institucionales, ni uno sólo de los oteadores olvidó a cual de los dos mundos pertenecía, aunque conociera dos mundos igualmente reales y verosímiles.

Bello: Es una opinión, no por extendida menos arbitraria, la de que lo bello es un elemento esencial de las artes. Mucha gente lo cree así.

La gente ve una pintura de Tapies y dicen que es bella, ven Hong Kong y dicen que es bello. Ven a su anciana madre cosiendo y dicen que es bello, ven un volcán en erupción y dicen que es bello, ven a un perro reventado en la cuneta y dicen que es bello (añaden: parece un Tápies). Ya se ve que esta opinión es de dudosa solidez.

Los antiguos consideraban la apariencia de lo bello en una de sus obras una presencia embarazosa, ya que era un diálogo con la divinidad.

Lo bello concebido como una necesidad siempre presente en las obras de arte es algo relativamente tardío.

Se ha escrito mucho sobre el buen gusto y sobre la belleza de las obras de artes pero sólo mediante justificaciones sociológicas o psicológicas que habían rozado el populismo moderno. El gusto pues era la capacidad para gozar de la belleza de una obra.

La relación, belleza-placer planteada por Kant abría más interrogantes de los que cerraba. El placer de copular (decía) no es artístico.

El arte de Hegel, hacia 1830 planteaba otros conflictos, lo bello para El dejaba definitivamente de formar parte necesaria de los productos artísticos y pasaba a tener sólo una presencia histórica. Lo bello, según Hegel, se da en un momento histórico de las artes, en Grecia; pero antes y después de Grecia lo bello es irrelevante.

Según Hegel ni a los chinos, ni a los egipcios le interesaba la belleza especialmente, a los cristianos tampoco, eso creía Hegel.

Una vez desaparecido lo bello del horizonte de las artes, éstas quedaron desfondadas, abismadas en el vacío de su injustificada presencia en el mundo. Evidentemente si las artes eran históricas, no podían ser de nadie en particular, sólo podían pertenecer a los pueblos, los cuales son los únicos sujetos de la historia. No es el artista quien se expresa sino el pueblo a través de El.

Vino a sustituir lo bello una entidad amenazadora y atávica: el espíritu del pueblo y su voluntad expresiva, como si la modernidad se le hubiera colado por entre las grietas de su racionalidad y todo lo inundara, la antigua sangre de las tribus. El arte era la perta por la que salían los cadáveres disfrazados de obra maestra.

Puede decirse sin que a través de la televisión, los mayores y más insoportables desastres y carnicerías han pasado a ser obras maestras de arte y espectáculos de masas.

Caricatura: El carácter caricaturesco es un rasgo eminente del siglo XX.

Un viaje por las cumbres del arte nos muestra una y otra vez la caricatura de algo que en otro tiempo fue trágico, sublime, grandioso o noble: El proceso de Kafka, Las Srtas. de Avignon, las figuras de Giacometti, etc.

Tan implicada está la caricatura en nuestro modo de representarnos que es legítimo suponer a las escuelas formalista, abstracta, geométrica o conceptual, Mondrián, De stijl, Malevich, Rothko, la abstracción lírica, el cubismo, etc.

Ello daría cuenta de la insatisfacción que nos daría una pintura imitativa como la de Antonio López, o la de Hopper, a pesar de su innegable calidad.

El primero en observar la importancia que iba a adquirir la caricatura en el arte occidental fue Baudelaire. Hacia 1885 escribió una seria de artículos en los que distinguía con agudeza lo grotesco y lo cómico significativo, los dos modos caricaturales de representar. El primero es el modelo clásico de deformación y exageración moralizante que se encuentra en todas las culturas primitivas o modernas. El segundo es el estilo propio de la caricatura moderna, la cual posee un carácter peculiar.

La caricatura es un fenómeno de la era moderna. La clientela pudo comprender, no ya las deformaciones o exageraciones del modelo, sino la negación y la crítica inmediata y sin matices ínsita en la caricatura.

La caricatura moderna ha contribuido no poco el hecho comprobado por la psicología, de que es más fácil reconocer la caricatura de una mano que la fotografía de una mano, fenómeno muy significativo que debiera llevarnos a reflexionar más inclinadamente sobre lo que solemos llamar realismo.

El progresivo triunfo de la caricatura es el triunfo progresivo de una nueva semejanza cuya verdad no esta un en la idea un en el sujeto representante ni en el objeto representado. Está tan solo en la propia y autónoma pintura.

La distancia entre el modelo y la copia en la caricatura puede llegar a ser infinita, pero es un infinito distinto al del modelo platónico: el infinito de la caricatura es un infinito negativo. El modelo debe hacer todo lo posible por asemejarse a su caricatura.

Aunque la caricatura empezó siendo una herramienta de propaganda política, pasó en poco tiempo a formar parte del arte.

Respecto al tema de los ámbitos de respeto podemos ver algunos de los clásicos (entiéndase respeto por imagen que no se debe caricaturizar): La ancianidad, los parajes boscosos, la locura, los cementerios, el silencio, los lugares de aparición, los muertos, los hombres y mujeres sabios, el amor conyugal, la belleza de los hombres y mujeres jóvenes, etc.

Pero nuestro tiempo no considera que quede ámbito alguno de respeto porque vivimos en el convencimiento de que todo sin excepción cae bajo nuestra fuerza de transformación y nuestra voluntad de poder.

La caricatura es el modo dominante de la expresión artística del siglo XX porque es el más adecuado para exponer la patética pretensión de omnipotencia que exhibe uno de los animales más desvalidos del cosmos: El escomendrijo urbano-demócrata.

Catálogo: El catálogo es una novedad recenté en el mundo de las artes. Aunque se llamen así los modernos catálogos no son exactamente catálogos. El catálogo verdadero remita a un ordenamiento; en su origen, de personas y cosas.

El catálogo actual no persigue facilitar una búsqueda, sino que tiene como finalidad principal la de dejar constancia de que en algún momento en un corte comprobable del fluido temporal, se ha producido un acontecimiento artístico.

El Catálogo actual cumple la función que antaño tenía el monumentum, la inscripción o la construcción que daba forma de relato al decurso histórico, organizándolo en capítulos, con el fin de que el caos del fluido temporal simulara tener un orden y no angustiara más de lo imprescindible.

Las ventajas del catálogo sobre las telas verdaderas son evidentes e irá aumentando con el tiempo hasta el punto de que no son ya impensables las exposiciones exclusivamente constituidas por el catálogo. El ahorro de los patrocinadores sería enorme y la comodidad de los visitantes mucho mayor.

Cuando las pinturas y esculturas eran “parlantes” no se producía este fenómeno con tanta urgencia. Una pintura de Goya contiene en la misma representación los elementos que permiten hablar de la representación, y todo aquello cuyo nombre figura en los diccionarios. (Esta manera de representar es la figurativa.)

El catálogo también es importante porque las obras de arte actuales no proponen perduración, no incluyen signo alguno de voluntad de eternidad, y por lo tanto su carácter efímero y transitorio ocupa todo el escenario. Sólo el catálogo prolonga discreta y brevemente la existencia de estas obras de arte.

En todas las obras de arte premodernas iba ínsita una voluntad de eternidad.

Si a un artista actual se le pregunta qué aspecto de su obra seguirá siendo interesante en los próximos 50 años, responderá que no lo sabe, pero sin embargo si se le pregunta a cualquier artista de los anteriores 4000 años te puede responder con total precisión.

Color: Es difícil escapara a la convicción de que los colores no son mas que un espectro de nombres. Cada cultura nombra los colores de un modo distinto y nunca coinciden. Los griegos y los romanos por ejemplo nunca vieron el mar de color azul, sino oinopos o sea, color del vino. Quizá por eso la filosofía ha detestado los colores. Como afirma Brusatín: “todos los sabios dotados de talento filosófico han observado los colores con una mirada desconfiada porque encarnan las leyes de la mutación, de la novedad, de la seducción, lo imprevisto del fenómeno contrariante y del destino efímero.

Todo es fantasía, muchos pintores creen que pintan lo que está ahí fuera lo cual es imposible porque no está ahí fuera ni a la hora de pintar ni antes. De hecho no hay nada: un caos insondable de campos energéticos y turbulencias atómicas: el fluido sin forma ni sentido que torna sobre la piel del mundo y que sin duda es gris para todo bicho viviente menos para el humano.

La ciencia aborda cuatro formas de abordar el color: Como pigmento, como luz, como sensación y como información. El color no está en las cosas sino en la relación entre las cosas y nosotros.

Así habla la ciencia para la cual el color es una señal que nos permite ordenar el entorno en el que debemos sobrevivir.

Junto al enigma del color hay algo que se ha mantenido a lo largo de los siglos: el temor al color. Vestir como lo hacemos los hombres modernos, sin usar apenas el color, es un resultado del puritanismo de las sociedades tecnocráticas, empeñadas en dar un toque de severidad a todo lo que controlan. El color solo se admite en broma cuando lo llevan los deportistas, la gente inmadura, los niños y los invertidos. Y las mujeres evidentemente.

La extinción del color es un efecto típico de las sociedades autoritarias.

Kandinsky por ejemplo, distinguía entre los colores corporales y los colores espirituales.

No hay artista que no haya dejado noticia de sus invenciones cromáticas.

Crítico: No confundir ni con el sabio ni con el profesor.

El crítico según Félix De Azúa es diferente al sabio y al profesor. Antiguamente sólo se conocían dos tipos de críticos; el de toros y el de teatro. Luego se han multiplicado y en la actualidad hay críticos de libros, de cine, de televisión, de fútbol, de alta costura, de gastronomía, de conciertos, y de todo lo imaginable. En un periódico de Madrid, hay un crítico incluso de misas.

El crítico, a diferencia del sabio que lo sabe todo y el profesor que sabe algo, es que no sabe nada, pero si tiene información. Su información le permite dar cuenta (a favor o en contra, nunca objetivamente, nunca informativamente) de lo que se va produciendo. Su información atiende a lo actual: es un experto en actualidades. Si una obra de arte le parece actual dice que es buena, si le parece inactual dice que es mala. Con ello consigue alabar tan sólo aquello que carecerá de interés al cabo de un par de meses.

Según Baudelaire, la crítica era la verdadera constructora del puro presente y que por tanto , el crítico la habitaba en la más completa instantaneidad o vacío.

El crítico es el sustentador de la nada cotidiana, la cual de no ser por el crítico y los periodistas, tendría dificultades para ser percibida.

Construir la nada, el abismo del puro instante presente, como lo verdaderamente esencial, ocultando la temporalidad y lo real, tal es la titánica obra del crítico y del periodista.

El poder que han acumulado los críticos y los periodistas en los últimos treinta años no es sino la constatación de que su labor ha tenido un éxito rotundo y en este momento son lo críticos de las diversas artes, y los periodistas, los que constituyen la realidad.

Se habla también que nacieron movimientos, que negaban movimientos anteriores, por lo tanto, los críticos, negaban los textos de otros críticos, etc. De hecho los críticos llegaron a convertirse en artistas, o los artistas se habían convertido en críticos, siempre a favor de si mismos.

Uno de los últimos representantes de aquella crítica, Beuys, hizo un poco de todo desde comunismo a ecologismo, pero siempre del modo más aburrido posible.

En los años ochenta, vender pinturas no era ya un pecado, por lo que los críticos podían volver a ejercer su control de calidad, pero habían ganado tanto poder como para poder exigir su sitio.

Cambiando de crítico, en literatura, la crítica siempre ha sido como el hijo del catedrático que no logra aprobar el bachillerato.

Cuadro: Con frecuencia se identifica el arte de la pintura con el arte de pintar cuadros. Sin embargo la pintura de cuadros, es decir de caballete es sólo una Proción del arte pictórico.

El malentendido se sostiene por efecto de museo, el cual sólo muestra una ínfima parte del arte pictórico: Aquel que se puede colgar en la pared.

No hay cuadros antes del siglo XIV en términos generales, o en concepto no existe el cuadro autónomo.

Hasta esa época la pintura se realiza directamente sobre el muro, o entre las páginas de un libro.

La pintura estaba al servicio de la arquitectura o de la palabra. Pero en el siglo XVI alcanza su plena soberanía mediante una rapidísima conversión en mercancía de fácil traslado.

Una vez que la pintura se encontró en soledad, entro a refugiarse dentro de su propia historia para recorrerla libremente, pero tras haberla recorrido cuatro o cinco veces, se encontró en el más completo desconcierto. A la pregunta de por que la pintura emprendió ese camino hacia la nada puede responderse para saber.

Ahora hay muchos pintores que dicen que saben, pero ya no pintan y prefieren llamarse a sí mismos plásticos, como si fueran fenómenos de laboratorio.

La pintura después de Goya se aceleró hasta alcanzar tal ritmo que en los últimos cuarenta años la pintura ha recorrido cien o doscientas veces la historia de la pintura.

Lo asombroso del proceso de autonomía es que la pintura, una vez instalada sobre el caballete, siguió adelante impulsada por la inercia de su voluntad de poder, y procedió a romper su auto definición con el fin de hacerse autónoma también del lenguaje.

Escultura: La escultura es un arte anterior que la pintura, más simple y difícil.

Nadie en su sano juicio pretendería sentarse en la pintura de una silla. La inmediatez de la escultura, hace que la escultura de un pato pueda engañar a los propios patos, es lo que permite a todo el mundo comprender de inmediato lo esculpido.

En la pintura se requiere un cierto grado de educación visual para aceptar la bidimensionalidad, la trampa de la pintura.

Los escultores modernos han tratado de escapar a la mímesis inmediata de la escultura, produciendo piezas “que no imitan nada” y sin percatarse se han puesto a competir con la pintura. Hoy en día pintura y escultura son indiscernibles porque de tanto envidiarse e imitarse han ido a dar en un híbrido que no consuela a nadie.

A diferencia de la pintura, la escultura carece de punto de vista, el espectador puede tomar la posición que le plazca para mirar la escultura. Eso quiere decir que el escultor no controla el resultado de su mirada.

El escultor no es tan dueño de su trabajo como el pintor. El espectador nunca quiere que le dicten desde que posición debe ver una escultura.

El espectador quiere dar vueltas a su alrededor, ponerse de cuclillas, ladearse de izquierda a derecha, y hacer mil gimnasias sin las cuales no tiene ninguna gracias mirar la escultura.

En cuanto a la escultura actual se aproxima al tótem primitivo y nos produce nostalgia y ternura, pero nunca se aproxima a la cariátide, al friso, o al guerrero gótico. Ni siquiera a Rodin, quien con muchísimo talento aproximó la escultura a la pintura.

En el caso de Picasso, revolucionó la escultura porque su pintura envidiaba la tridimensionalidad. Si Rodin modeló a pinceladas, Picasso pintó a martillazos.

Según una teoría del autor de libro tarde o temprano la escultura volverá a su lugar de origen, que es el que dicta la arquitectura, y será de nuevo inconcebible una construcción habitable que no repose sobre un programa escultórico.

Espectáculo: Guy Debord en 1967 crea el concepto de sociedad del espectáculo, y es la hipótesis artística más radical de fin de siglo. En su primer ensayo habla de las naciones industriales como obras de artes totales en su nivel más bajo, como obras de entretenimiento y diversión de la calidad más baja y degenerada.

Todo lo que la sociedad del espectáculo presenta, es bueno, verdadero y necesario, por el mero hecho de haber sido presentado.

Aquellos que critican, censuran o pretenden reformar lo que se presenta, son eliminados de los medios de formación de masa, incluso si insisten pueden ser eliminados físicamente.

Cuando se aparece el espectáculo integral, lo verdadero desaparece y lo falso que aparece, aparece como lo único verdadero por ausencia de todo lo demás. Un circuito cerrado y obsesivo de informaciones ocultadoras, falsas o deformadoras que convierte lo falso en lo único verdadero. Sino posibilidad de aprobación.

Un ejemplo sería el de los expertos en meteorología que trabajan en las cadenas de televisión; Su ciencia y su conciencia les dice que va a llover durante el fin de semana, pero el gremio de la hostelería, las compañías de autopistas, los dueños de gasolineras y similares les prohíben que llueva en la televisión.

En sociedades cuyo modelo administrativo es el de la mafia, el arte ha alcanzado su máxima racionalidad: el valor artístico lo fija la venta y punto.

De manera que los artistas hacen de policías, dicen quien es artista y quien no lo es, o critican a los ciudadanos que detestan las obras de arte que ellos producen.

Si lo que se vende como automóvil de lujo, es un fraude que dura tres años y lo que se vende como filete de ternera es veneno hormonal, es lógico suponer que lo que se vende como arte actual o arte de vanguardia, no ha de ser otra cosa que la falsificación del arte convertida en verdad por ausencia del arte verdadero.

Figurativo: Dícese de toda pintura, escultura o, en general, representación compuesta para la vista, en la que aparecen figuras de hombres, mujeres, niños, animales, vegetales, minerales, paisajes, etc. Todo lo que en general sale en el diccionario. Pero también se puede pintar lo que no sale en el diccionario, se le llama abstracción.

Este es el motivo principal de la pintura no figurativa.

Lo no figurativo puede ejecutar obras de alta racionalidad, como los ornamentos geométricos, etc. Pero también puede ejecutar obras de pura irracionalidad, como las pinturas de Pollock y de Tápies.

Simplificando, se suele decir que la pintura no figurativa escapa a los criterios con los que el intelecto ha analizado hasta la fecha muy recientemente las representaciones visuales.

La gente comúnmente identifica la pintura no figurativa con los instintos las pulsiones, las pasiones y la animalidad en general. Frente a lo cual la pintura figurativa parecería que le habla a la inteligencia y sería plenamente una pintura humana y superior a la no figurativa.

Toda obra de arte, si es verdadera, es un trabajo que acomete con el cuerpo y con sus temibles pulsiones. La razón y el intelecto ponen si pueden el horizonte de la figura.

Forma: El color por ejemplo no puede ser una forma ni puede tener forma alguna porque no vemos a su hermano oscuro, el contenido. Por ejemplo el verde no tiene más contenido que el verde.

Una forma sin contenido es como la noche sin el día o la vida sin la muerte. Muchos texto se han defendido la pura retinalidad en el análisis de la pintura, de la arquitectura, pero un análisis que sólo atienda a la forma, quedaría falta de contenido.

Una pintura en la que se puedan separar la superficie y el estilo de las ideas y conceptos es una pintura incomprensible. O bien simplemente mala. La superficie sólo puede comprenderse como contenido y los conceptos no pueden ser otra cosa que las formas. El romanticismo alemán es precisamente eso, una carnicería realizada con pincelada pequeña y minuciosa.

Los alemanes tienen una segunda acepción de forma, la gestalt , la cual no es lo opuesto al contenido, sino que es la forma concreta de un objeto singular.

Galería de arte: Se recomienda leer antes obra de arte.

En la galería de arte se producen obras de arte y no es un galicismo. Ciertamente, se producirse, en francés tiene también el significado de presentarse, por ejemplo en público, y es muy exacto que en las obras de arte se presentan en las galerías de arte.

Allí es donde se crean, en la galería es donde aparecen.

Durante muchísimos años, las obras de arte se producían en los talleres y en los estudios, pero en la era moderna y debido a la penosa tarea de esclarecimiento a que se ha entregado la artisticidad, sólo podemos afirmar que una obra de arte es una abra de arte si aparece en una galería.

A veces sufrimos una confusión y tomamos los útiles de limpieza de la galería por una obra de arte, y no sería la primera vez que esto sucede.

En este capítulo se cuenta la anécdota de la obra de arte que era unos platos encima de paja, y de cómo las limpiadoras lo tiraron, más tarde llamaron al artista por teléfono para preguntarle que como lo volvían a poner.

La música de John Cage, sólo podemos considerarla música si se da en la sala de conciertos.

Podríamos añadir a los museos como espacios de aparición de obras de arte, pero sólo aquellos que respetan una condición: la de ser museos con actividades de exposición de obras de artistas vivos o muertos recientemente.

No todo aquello que aparece en la galería de arte como obra de arte, permanece como obra de arte.

Muchas obras de artes que salen de la galería con destino a una relación permanente de contemplación yacen al cabo de pocos días en el muro de un comedor, en donde sólo recibe la atención de los invitados, los cuales no pueden observarla como obra de arte y lo ven como mero objeto especulativo. O sea se preguntan mentalmente por el precio.

Muchos iconos rusos templados por las lámparas de aceite y recluidos durante siglos en oscuros rincones de iglesias acebolladas, en donde mantuvieron viva la feroz mirada de ro de un dios oculto, son ahora ornamentos de la banalidad de un importador de bacalao.

Los lugares de aparición de la obra de arte determinan por completo lo aparecido, pero no pueden impedir que cada cual se invente o se encuentre con un espacio de aparición propio y al mismo tiempo universal. Por ejemplo una fuente.

Historia: A medida que las artes fueron perdiendo su sentido comunitario, a medida que fueron dejando de ser una actividad artesanal entre otras cosas y su significado se fue haciendo cada vez más secreto y reservado, hubo que inventar nuevas justificaciones y nuevos usos para las artes y su objetos.

Mientras la finalidad del arte fue la piedad, el recuerdo, la autoridad, el ornato, y cosas similares, no tuvo necesidad de intérpretes. Pero cuando la obra de arte comenzó a ser una idea, un concepto, una composición, un pensamiento subjetivo, una pryección del sujeto, un signo del genio y otros modelos semejantes, fue imprescindible encontrarle nuevas justificaciones y un cuerpo de especialistas que las garantizara.

Petrarca decía que las obras de arte eran documentos históricos. Petrarca le añadió un valor más a la obra.

Winckelmann y Hegel dieron el último hachazo a la cabeza colgante de las artes y afirmaron que los objetos artísticos son puro tiempo histórico petrificado, pintado, sonorizado o verbalizado.

¿Qué es el arte de los griegos? La historia de Grecia.

Lo notable es que mediante la total historización de las artes, convertidas en máquinas de materializar el tiempo y dar testimonio de una época, los artistas han terminado por convertirse en una cara sustitución del periódico, que ya es decir.

Cezanne según Rilke, tenía la misma visión del mundo que un perro. Esto significa, que Cezanne tiene una visión del mundo “ahistórica”.

Inspiración: Se dice que alguien está inspirado cuando alcanza cierto grado de habilidad poco habitual o muy sorprendente. La frase “has estado muy inspirado” Se aplica directamente al tenista que aplica un buen revés. La expresión está totalmente justificada.

La inspiración es un dictado que todos los humanos pueden recibir de unas divinidades llamadas las musas.

Lo importante de esta concepción es que la inspiración viene de fuera, o sea, del mundo, y que no se agota nunca. Lo importante es admitir que el sujeto sólo es responsable técnico de la obra de arte, no su creador.

Lo de fuera, la exterioridad de donde mana la inspiración, ha de entenderse claramente por lo existente, no un orden superior y trascendente.

Las musas no sólo inspiran a lo que hoy llamamos artes sino también a las técnicas. Las cuales solo se diferencian de las artes en la finalidad.

Podemos ver la inspiración como el dictado externo que conduce a los humanos en busca de un color, un sonido, o una palabra, o un utensilio…

Arte y técnica son labores de selección constante, de afirmación y negación incesante que abren la dirección del presente en el sentido contrario de lo obturado y cegado.

Mercado: En la actualidad no hay otro motor o centro de valoración que el mercado, entendiendo por mercado un ente complejo que fija de modo cambiante el precio de las cosas. Si bien el mercado siempre reguló el precio de las obras de arte de un modo u otro, nunca reguló su mérito o su valor. Hoy regula el precio como único valor o mérito. En el mercado de las artes a su vez está gestionado por expertos en finanzas o funcionarios de la administración, rotundamente ajenos a las prácticas de las artes y su valoración.

El sistema de mecenazgo imponía la representación de su propia definición del cosmos, de manera que las artes empleadas por una corona o por una gran familia debían responder a un sistema coherente de ideas y símbolos. La calidad del trabajo era luego enjuiciada por expertos casi siempre artistas ellos mismos. Fue Velázquez quien compró una pintura italiana ara la colección de la corona de España.

El mercado no impone visión alguna porque no representa ningún poder singular. Cualquier forma de poder es incompatible con el mercado, cuya verdad es el nihilismo en estado puro.

El mercado se esfuerza por destruir todos los poderes que encuentra en su camino.

El mercado no sólo ha disuelto las barreras feudales, nacionales, monárquicas, imperiales, sociales, proletarias, sexuales, bolcheviques, religiosas, éticas, industriales, legales, estamentales, estéticas, morales, domésticas, genéticas, geográficas… sino que ha desintegrado las fronteras de lo humano.

La tarea del mercado es convertir la basura en oro. Y basura es cualquier cosa, desde la auténtica basura hasta el oro. El mercado no distingue entre la basura y el oro, porque es función del mercado hacer que la basura sea oro.

Moderno: Hay una íntima relación entre estos tres términos; vanguardia, crítico y moderno. Sin los cuales desaparecería el 80% de lo que se ha escrito en el siglo XX.

El inventor del término de modernidad, aplicado a aquello que en cada instante señala hacia un futuro que se cumplirá o no es Baudelaire.

La formación del vacío, es decir, del instante presente en tanto que momento de la nada nadeante, era tarea de los críticos y los periodistas.

Para El, el artista de la modernidad era alguien que daba forma al instante fugaz sobre el abismo que se abre en cada instante decisivo, y esa forma instantánea aparece ya destinada a no durar y a ser sustituida por otra igualmente efímera.

El contenido de esa forma es, claro está, la forma misma.

La actualidad de lo moderno lo definen los críticos en cada momento, pero lo moderno en si no lo define nadie. Se define por sí sólo y siempre demasiado tarde. Sólo hay modernidad en el pasado.

Obra de arte: Uno de los aspecto mas propiamente filosóficos en el entorno de las artes concierne a la obra de arte; ese objeto que garantiza la posibilidad misma de las artes, o incluso del arte y cuya existencia es previa a la del artista.

Siempre y en todas partes, ciertos productos muy especializados y complejos que requerían un notable esfuerzo y habilidad en la mano de obra, recibieron una consideración que los separaba radicalmente de los instrumentos, las construcciones, las máquinas y los útiles.

Con las vanguardias, estas diferencias se hicieron mucho más notorias.

Un bajorrelieve asirio en el que figura un cortejo de guerreros, es un producto que exige una alta especialización de artífice y una fuerte inversión de trabajo, pero que en cambio, no ofrece utilidades inmediatas.

La obra de arte y los productos artísticos son los originarios del invento de las artes como actividad diferenciada y son previos a la aparición del sujeto que las acredita en la modernidad. Hay artes porque reconocemos tal cosa por obra de arte…

Pero la etapa moderna de el arte, ha consistido en un ataque o si se prefiere en un trabajo negativo y sistemático contra los constituyentes clásicos de las artes.

¿Qué condiciones ha de reunir un producto para ser una obra de arte? Si se pudiera responder con exactitud a esta pregunta se acabaría la producción artística.

El tiempo y la historia son normalmente los que determinan lo que es una obra de arte.

¿Y si soy un artista? Pues entonces, todo lo que yo determine como arte será en verdad una obra de arte. ¿Y quién decide si yo soy un artista? Los media.

La obra de arte, se presenta a sí misma ante el sujeto y se mantiene como tal obra de arte mientras dura su relación con el sujeto. Sólo en esta relación hay obra de arte y sujeto de experiencia estética.

Posmoderno: movimiento artístico típicamente moderno, caracterizado por su exasperación ante la lentitud de la era moderna. Con una cierta candidez, los teóricos posmodernos dan por concluida la modernidad de lo moderno.

Los artistas posmodernos también simulan que ya se ha terminado lo moderno pero en realidad se consideran muy modernos.

Un hombre moderno carece de valor por sí mismo; depende del coste que suponga su supervivencia. El cálculo de recursos privilegia unas supervivencias sobre otras o prohíbe otras. Está permitido matarse haciendo un deporte pero prohibido matarse fumando.

Los modernos y progresistas cuentan con una ventaja a su favor y es que no están obligados a leer a Heidegger porque el filósofo alemán fue nazi, cuando esa fue su ventaja, haber participado en la primera tentativa universal de nihilismo absoluto y de estado totalitario basado exclusivamente en criterios estético-racistas.

Algunos artistas e intelectuales proclaman el necesario acabamiento de lo moderno. Pero en realidad, posmoderno es lo mismo que moderno y no acabará hasta por lo menos cien años.

El estilo de la posmodernidad ha sido un desastre, pues en ligar de proponer una alternativa seria, Han propuesto vacaciones para la parejita en una playa del Caribe y renovación en la decoración doméstica.

El nombre aparece en los años setenta, aplicado a un grupo de arquitectos americanos hartos de someterse al racionalismo bauhausiano y sus derivados.

De la posmodernidad han quedado dos monumentos de considerable entidad: las urbanizaciones más cursis pero más caras y con materiales más baratos que jamás se haya construido y una escuela americana de origen francés entregada al análisis e interpretación artística sobre la deconstrucción.

Realidad: Los artistas realistas son aquellos que según dicen en sus manifiestos, dedican su arte a la representación de lo real, siendo esto último lo opuesto a lo ideal, a saber: lo que todo el mundo puede comprobar, lo que está ahí fuera, las cosas, los pobres y los ricos, las desdichas de los pobres y los ricos, una nevera, una calle de pamplona, o la naturaleza, un árbol, una vaca… todo lo que no son ideas.

Los realistas asumen que las artes deben reflejar la vida cotidiana, el presente, lo que sucede en la calle… Hay quien llega a decir que hay que escribir con el lenguaje de la calle, como si el lenguaje estuviera apoyado en una esquina esperando que alguien se lo lleve al cine

Los realistas creen que lo de afuera es real y lo de dentro ideal (ideas).

Pero desde el punto de vista de la realidad, una vaca sólo es un caso particular de mamífero rumiante que es el único en poseer toda la realidad posible. La vaca particular tiene una realidad mínima y pasajera, casi exclusivamente económica y legal. Tampoco es real la calle ni muchísimo menos el lenguaje de la calle que sólo existe en la mente de algunos académicos.

Hay ahora muchos novelistas en EE. UU. Y en España que llenan sus páginas con palabras abstractas como gilipollas, hostia o joder tío, para dar un toque de realidad a sus fantasías.

El cielo es una invención en pintura, ya que es un combinado de oxígeno, hidrógeno, ozono y cosas semejantes que no hay quien las pinte.

Representación: ¿porqué decimos una representación teatral? Y también el representante de la comunidad extremeña. Porque en todos casos la verdad de la cosa sólo se puede conocerse mediante un juego, una ficción aceptada y pactada por todos. Una representación es una ficción que produce realidad.

Aceptamos la ficción de que un señor diga que es Hamlet sobre un escenario, para poder escuchar la verdadera palabra de Hamlet, el cual sólo puede expresarse por medio de un actor. Las representaciones sólo nos acercan a la verdad mientras mantengamos la ficción.

Cuando la ficción nos aburre o nos perjudica la abandonamos y entonces Hamlet deja de ser Hamlet y pasa a ser un actor originario de Murcia.

Este mecanismo tiene una importantísima función en nuestras vidas, las cuales son, en más de un 90 % mera representación.

Las artes no han sido elementos de una representación global hasta muy entrado el siglo XIX. Y las vanguardias, etcétera, no serían otra cosa que convulsos movimientos destinados a liberar las prácticas artísticas de su esclavitud a la representación global de poder, una vez acabada su función por la entrada en juego de mecanismos de creación de realidad, como la televisión, mucho más eficaces.

Sagrado: Antes de la revolución francesa cuando se hablaba de lo sagrado, ni siquiera hacía falta aclara que se estaba hablando de sacrificio.

Lo sagrado era todo aquello que se producía en torno al único sacrificio conocido: el de la misa.

El sacrifico de la misa es justamente, la actividad sacrificial que mantiene viva la promesa de inmortalidad que se les haya hecho a los humanos de culto cristiano. Su decadencia da a suponer que los mortales modernos están a punto de abandonar la esperanza de ser algún día inmortales.

Algunos pensadores, creen que la actividad sacrificial se mantiene en otro lugar, el sacrificio como una destrucción gratuita de algo valioso, pues la misma esencia del sacrificio es que algo desaparezca sin que lo aproveche nadie más que Dios a quien se dirige, lo más parecido que quedaba a semejante acción era la actividad llamada artística.

Durante algunos años, las artes se estudiaron como el territorio sagrado de la modernidad y el ámbito secreto de un culto a divinidades tan ignotas que hasta su nombre se había olvidado.

Durante siglos el Bufón fue el encargado de decir aquello que los poderosos no querían oír. Los bufones actuaban como válvula de seguridad social, ya que los poderosos deben saber lo que no quieren oír, con el fin de evitar los cataclismos que provocarían su ignorancia. Es muy posible que los artistas heredaran esa esfera inolvidable durante unos años y que tuvieran permiso para decir lo que los poderosos están obligados a saber pero no quieren oír.

Sublime: Concepto central de la filosofía Kantiana.

Debe observarse que es un concepto neutro; no es ni el ni la sublime.

Es un grado superior a lo Bello y sólo se presente ante nosotros cuando la contemplación de algún fenómeno natural de gran envergadura, como el estallido del volcán, el furor del huracán, o el fragor de una batalla, nos sobrecogen el ánimo y nos dejan anonadados. Se entiende normalmente que la expresión es una exageración.

No es difícil de imaginar que un prado, un arroyuelo, y una vaca, son, para Kant, cosas Bellas. Pero una torrentera de montaña que en su avance arrasa prados, arroyuelos y vacas, es sublime.

Hegel hizo de lo bello algo sublime. Al introducir como medida artística lo significativo, de momento lo bello ascendió un grado en la escala de los valores artísticos. Y eso es sublime, el ascenso.

Texto: En los años setenta hubo un descubrimiento sensacional, algo que había permanecido inadvertido en muchísimos cuentos, novelas, poemas y relatos: El texto.

La literatura estaba compuesta por textos. Es más: los textos podían sustituir con creces a la literatura.

De pronto todo fue Texto.

Según Julia Kristeva: Llamaremos texto a toda práctica del lenguaje mediante a la cual se desplieguen en el feno-texto las operaciones del geno-texto, intentando el primero representar al segundo, e invitando al lector a reconstruir la significancia.

Tradición: Desde el renacimiento, toda producción artística y toda empresa intelectual de cierto empaque deben inventar su propio pasado para encajarse en una tradición o en otra.

Entre los modernos no hay más tradición que la que inventa la invención. Y también es cierto lo inverso, que toda invención moderna se convierte en tradición para dejar de ser moderna, e incluso invención.

Las tradiciones además se aceleran de día en día y pueden adoptarse como pasado y tradiciones normalizados aquellos inventos que tuvieron lugar hace tres años.

De continuar la aceleración de los pasados y tradiciones, no quedará lugar para el presente y ya no habrá novedades. El único arte de vanguardia será la arqueología. Pero la arqueología trabajará sobre las culturas de la semana pasada.

Miguel Barceló fue arrancado del arte viviente y convertido en su propia tradición cuando apenas había comenzado a hablar.

Vanguardia: En esta entrada entra también arte actual, arte moderno y arte de vanguardia.

Arte contemporáneo es aquel producto de las artes que es coetáneo de cualquier otro producto de las artes. Lo contemporáneo es sencillamente lo que coincide con el tiempo.

No hay obra de arte más o menos contemporáneas o lo son o no lo son.

De donde se deduce que carece de sentido decir museo de arte contemporáneo o historia del arte contemporáneo ¿contemporáneo de qué tiempo?

Arte actual es más informativo pues hace referencia a la actualidad o inactualidad de las obras contemporáneas. Aunque su cuantificación sea difícil, en efecto hay unas producciones más actuales que otras.

Arte moderno es aquel que se da en la era moderna y es por tanto, distinto dl arte antiguo, clásico, románico, gótico, etc. Las disputas sobre cuándo comienza lo moderno son infinitas.

La mayoría va conformándose a considerar moderno tan sólo lo posterior a la revolución francesa y la aparición de estados fundados en la muerte de Dios.

Muchos confunden el arte moderno con el arte de la modernidad.

Vanguardias: Ahora entramos en las vanguardias y las dividiremos en dos en las vanguardias artísticas y el arte de vanguardia.

Forman parte de el arte de las vanguardias aquellos productos que se dieron durante la era de los movimientos así denominados. Cubismo, futurismo, constructivismo, surrealismo, dadaísmo, ultraísmo y un montón de movimientos más.

La denominación de vanguardia en este sentido riguroso no supone de juicio de valor alguno.

Que una pieza se cubista y por lo tanto de vanguardia no garantiza nada en absoluto.

Poco después de la segunda guerra mundial y una vez extinguidas las vanguardias históricas se produjo un deslizamiento increíble, Mondrián le habría escupido a la cara a Marinetti de haberlo tenido a tiro de boca y así sucesivamente.

Después de la posguerra dejó de hablarse de vanguardias para hablar de La Vanguardia. Un artista sería de Vanguardia o bien reaccionario.

En resumidas cuentas, la destrucción ha sido tanta y tan eficaz que se ve difícil explicar el contenido del concepto y la actividad del arte.

Winckelmann: Parece que antes de Winckelmann nadie había escrito nada sobre historia y arte, pero eso no es así, escritores como Pausanias, Plinio, Quintiliano, ya habían contado historias sobre algunas obras de arte famosa o sobre sus autores, con las riquezas literarias de la corte bien explicadas y razonas. Pero ninguno de ellos se proponía nada más que eso, historias, narraciones o memorias con sucesos y personajes.

Winckelmann en cambio es científico: no le importaba personas los sucesos, los cuentos; le importan los conceptos, las leyes.

Las historias deben ser acumulativas y pedagógicas ; una suma de datos orientados moralmente a un fin. Quiere decirse que las historias tenían sobre todo un carácter político, de educación del ciudadano, y eso eran las historias militares, las crónicas medievales, las narraciones de Vasari, etc. Pero a nadie se le ocurría pensar que las obras de arte serían una posible lección moral o política.

Winckelmann descubrió algo sorprendente, si eliminamos la figura del artista, y al dios inspirador le llamamos estilo, entonces las obras de arte dejan de ser individuales, dejan de existir separadas las unas de las otras como nómadas, cada una cerrada en su propio significado, y las historias de las cosas artísticas se convierten en la historia del arte antiguo. Y es historia científica, porque no habla de uno o de otro sino de todas las obras y todos los artistas, sin necesidad de citarlos uno a uno.

Para El, ninguna pieza es independiente de las demás, ni tiene leyes propias: sólo el conjunto posee sentido, sólo la totalidad conoce la significación que, por delegación, ilumina a cada una de sus partes.

Las obras de arte no pueden ser productos históricos si verdaderamente son obras de arte.

Por último quiero añadir la muerte de Winckelmann que me parece de los más curiosa: Fue asesinado por un chulo en una pensión de mala muerte y agonizó corrigiendo las pruebas de imprenta y anotando sus instrucciones para el editor de su último libro. Al parecer el chulo se sintió atraído a la habitación por las monedas antiguas que le mostró Winckelmann.

lunes, 9 de noviembre de 2009

Retrato II



Este es el cuadro para el Lunes 9 de Noviembre

domingo, 25 de octubre de 2009


Este es el trabajo del día 26-10-09.

lunes, 19 de octubre de 2009



Soy Carlos Santos, y éstos son los dos primeros trabajos al óleo, entregados en clase el día 19-10-09.